Las palabras de los hombres
en su lecho de aire
son un soplo de muerte
esta noche de silencio.
Una mujer de fuego y nieve
decía adiós tras los cristales.
Vino a mi casa como un viento
de invierno aullando a la luna llena.
Parecía caminar sobre un mar de hielo.
Sus ojos trazaban una estela blanca
entre estos versos tristes
que nunca encontrarán su barco.
Y sonaba esa música lejana por última vez.
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